Son desviaciones del conocimiento. Errores mentales.
Son predisposiciones que limitan ver las cosas tal como son.
Es un fallo en el procesamiento mental que nos evita tomar una decisión racional o entender algo sin una referencia inconsciente que nos predisponga.
La ventaja de reconocer los sesgos cognitivos es que nos ayuda a no engañarnos a nosotros mismos, a que no nos manipulen y a conocer mejor la forma en la que vemos las cosas, tratando de que sean lo más libre posible de prejuicios.
Los principales sesgos cognitivos son los siguientes:
Hábito de la confirmación, cuando se buscan argumentos que reafirman nuestra conclusión sin tomar en cuenta que no necesariamente es la más adecuada. Evitar este sesgo no significa dejar de confiar en nuestro juicio, pero sí tener una actitud de duda “saludable”. Confirmar lo que damos como un hecho pero también tomar en cuenta los argumentos contrarios.
Descuento hiperbólico. Se refiere a la tendencia a no esperar una recompensa futura mejor sino a aprovechar la que podremos conseguir inmediatamente aunque sea menor o peor.
La mayoría de las personas buscan una gratificación o satisfacción inmediata aunque sepan en el fondo que no necesariamente es lo más adecuado.
Proyección. Este sesgo se refiere a pensar que los demás piensan como nosotros.
Si te han hecho esa pregunta en un restaurante de comida rápida, ¿te has dado cuenta de que generalmente eliges una de esas dos opciones, pero no la «regular» que va originalmente con el pedido?
Al elegir estás pagando más. Este es un ejemplo del sesgo relacionado con el «falso dilema» en el que sólo se presentan dos opciones a elegir habiendo otras más.
Imagen de Mudassar Igbal en Pixabay.
Una variante de esa estrategia es la que los expertos en ventas llaman «El efecto señuelo».
El «efecto señuelo» consiste en presentar dos opciones; Una «regular» y otra «excelente», pero más cara. Intencionalmente se incluye una tercera opción menos atractiva que la «excelente» pero casi igual en cuanto a precio.
Es muy probable que el consumidor olvide o no considere la opción «regular» y realice sus comparaciones basado en las «ventajas» que tienen las opciones «excelente» y la que aparece como «señuelo». Esta manipulación basada en el contexto no sólo se usa como técnica para vender sino en ámbitos sociales y políticos.
El efecto halo o aureola.
Es la tendencia a generalizar positiva o negativamente a partir de algo que nos gusta o rechazamos olvidándonos que las cosas no son absolutas. Por ejemplo, si alguien nos parece muy atractivo esa cualidad podría cegarnos y llevarnos a pensar que es mejor persona que otra menos atractiva.
El sesgo de exceso de confianza. Se han realizado estudios que indican que el 80% de los humanos se creen más inteligentes que el resto o que pueden captar mejor una información que el otro.
Dos sesgos relacionados es cuando creemos saber más de cómo es una persona que la persona en sí o cuando pensamos que los otros tienen más sesgos cognitivos que nosotros.
Tenemos la tendencia de ver más errores y defectos en los demás que en nosotros mismos.
Sesgo del foco de atención. Es la tendencia a pensar que somos el centro de atención de los demás cuando realmente la mayoría de las personas están pendientes a sus cosas. A menos que hagamos algo grande para llamar la atención, las personas generalmente están más concentradas en lo que les pasa que en uno.
Disponibilidad. Es la tendencia a resolver una situación con lo primero que se nos ocurre o tenemos. Estamos acostumbrados a solucionar los problemas sin tomar en cuenta que cada caso es particular.
Efecto de arrastre.
Si todo el mundo aprueba algo es probable que no cuestionemos o expresemos una opinión diferente.
Hay muchos más sesgos cognitivos, por lo que es importante razonar, discernir, filtrar siempre la información que recibimos y no asumir desde el primer momento que las cosas son como aparentan ser. Hay que estar alerta.
Imagen de la portada de Stefan Keller en Pixabay.