De Vincent Van Gogh se han creado tantas historias que lo más recomendable es quedarse con lo comprobable: Una vida en la que se mezcló la tristeza, la angustia, el fanatismo religioso, el amor incondicional de su hermano Theo, sus problemas mentales y por supuesto, su arte materializado en maravillosas pinturas, admiradas y definidas como obras maestras, lamentablemente mucho después de su muerte.
Pero entre esas historias sin comprobar, está la que asegura que Van Gogh no se suicidó sino que lo mataron sin querer. La otra que corrige que sólo se cortó el lóbulo de su oreja izquierda y que no fue él sino su amigo el también pintor Gauguin y esgrimista (con quien tenía frecuentes discusiones) y la que nos interesa para este artículo: Que bebía pintura amarilla para ser feliz. Si esta última historia fuera cierta (no se sabe), daría paso a especular que Vicent quizás tenía esa extraña condición que sólo tienen aproximadamente el 1% de la población mundial: Sinestesia.
Una persona con sinestesia tiene una forma diferente de percibir las sensaciones y estímulos exteriores. Por ejemplo, puede “saborear” los colores, ver los números como posiciones en el espacio, en vez de escuchar la música “verla” en colores y así por el estilo. Los estímulos externos se mezclan y los percibe el sentido que no se supone le corresponda. Es «la unión de los sentidos» según la Asociación Británica de Sinestesia.
Famosos como Chris Martin del grupo Coldplay y la cantante neozelandesa Lorde tienen sinestesia. Ellos ven la música como si fueran colores. Una forma muy conveniente de percibir lo que hacen. Sobre esto, Martin dijo una vez para el periódico New York Times que para él esta peculiaridad es realmente común entre los músicos. Pharell y John Mayer son otros músicos que pueden ver los sonidos como colores.
Entonces, si Van Gogh tenía sinestesia quizás fue cierto aquello de que bebía pintura amarilla porque le “sabía” a felicidad y hasta podría explicar sus angustias pues veía y sentía de forma diferente detalles que otros no entendían. De hecho, coincidencia o no, los patrones y curvas de su pintura “Starry Night” se parecen a cómo se verían matemáticamente las turbulencias de los fluídos que planteó en sus cálculos el matemático ruso Kolmogorov.
Hoy, la sinestesia sigue siendo una rara condición, pero aquellos que la tienen generalmente encuentran un profesional que puede orientarlos y hasta ayudar a definir la razón de porqué, por ejemplo, el inglés James Wannerton “saborea” los sonidos y le cae mejor las personas cuyos nombres le “saben” bien. Wannerton es el presidente de la Asociación Británica de Sinestesia.
«Sinestesia» se usa también como un recurso literario, una figura retórica, para darle un valor o un «nuevo» significado a un escrito. Muy usada en los textos publicitarios para ilustrar las sensaciones que podrían provocar un producto. Identifícala en esta oración: «Jabón Z, su olor se siente como las dulces praderas de Birmingham en primavera».